Sin locos la vida sería aburrida
Hoy es el último día de uno de los estudiantes en prácticas que han dejado un increíble sabor de boca en el equipo: Alejandro. Una persona que entró con la timidez como escudo pero que no pudo con la ola de cariño y diversión que irradía la mayor parte de los días de Coco. Una persona dulce y sonriente que creció junto a nosotros durante el tiempo que duró sus prácticas.
Desde Coco Solution, queremos agradecer estas palabras que nos dedica a todo el equipo, y que dejamos que todos los que nos leen puedan disfrutar de una experiencia en la que, tanto él como todo el equipo, se representó en un increíble abrazo. Les dejamos con su testimonio, que emocionó a toda la crew:
"Llamaron loco a aquel chaval que con tan solo 19 años decidió meterse en el mundo del emprendimiento montando una asesoría online. También llamaron loco a aquel otro chaval que hace 20 años decidió dejar de pintar cuadros para aprender a programar. Hoy esos dos locos han sido mis tutores de prácticas y llevan las riendas de una empresa con personas más locas aún.
El primer día estuve un poco nervioso y no sabía con qué ambiente iba a encontrarme. En mi cabeza tenía la imagen de una oficina genérica, en la que todo fuese muy serio y reinara el silencio salvo por alguna conversación de fondo entre compañeros de mesa o que estuvieran descansando. Cuando llegué a la oficina Tania me hizo un recorrido por los distintos departamentos y me llevó junto al equipo de desarrollo, donde empezaría mi viaje en Coco.
No tardé mucho en darme cuenta de que había venido con una idea equivocada de aquel sitio. La oficina rebosaba vida a diario. Todo el mundo se relacionaba entre sí con mucha soltura independientemente del departamento al que perteneciera. ¡Incluso podías cantar o silbar una canción en alto y ver cómo la gente se te unía o descansar un rato hablando de lo que fuera con cualquiera de tus compañeros! Se notaba con facilidad que en al aire había un sentimiento de unión fortísimo y que la plantilla era como una gran familia. Es verdad que el equipo podría pecar de ser un poco escandaloso, pero en ningún momento eso les quitaba profesionalidad. Esa espontaneidad era parte de nuestro trabajo.
Al fin y al cabo, éramos una agencia de marketing digital ¿Y qué mejor forma de vender algo al mundo que siendo tú mismo y echándole algo de cara a la vida? Sentía que mi nivel de locura encajaba entre aquellas personas y me adapté con facilidad al entorno.
Ahora tocaba poner en práctica lo que había aprendido en la universidad y fue interesante ver cómo aplicar la teoría a problemas del mundo real. Pero como era de esperar, no todo se iba a aprender en los libros y muchas veces hacía falta buscarse la vida de algún modo u otro. Eso sí, resultaba bonito ver cómo lo aprendido podía ayudar a buscar y dar forma a soluciones aplicables en la vida real. Es verdad que pasé por algún que otro bache mientras trabajaba, pero la ayuda y consejos de mis compañeros y tutores me fue muy útil para superarlos, para rebajar estrés y sobre todo para aprender de ellos.
Aparte de lo que aprendí a nivel técnico y profesional, me enseñaron que el talento y la pasión suelen ir de la mano, que conocer a tu equipo es vital para ayudarles a sacar lo mejor de sí mismos y que si te gusta lo que estás haciendo, vas a ver tu trabajo como algo más que un mero sustento: un estilo de vida que has elegido y con el que disfrutar.
También me ha parecido muy interesante ver cómo ha evolucionado la imagen que tenía de mis tutores. La primera impresión que me llevé de Jordán era la de alguien muy estricto que sólo se centraba en los resultados. Con el paso del tiempo vi que era una persona con una paciencia enorme, increíblemente resolutiva, con muchísimos años de experiencia y que al igual que Orlando siempre estaba pensando en cómo llegar mejor a la plantilla para sacar todo su potencial. A medida que lo fui conociendo sentí admiración sobre todo por su perfil profesional, pues era la primera vez que conocía a alguien de la rama de bellas artes que aprendiera a programar desde cero. Mi primera impresión de Orlando fue un poco más vaga.
Para mí era un chico de una edad cercana a la mía con pinta de tener muchísima labia. Con el paso del tiempo, vi que era una persona con una profundidad enorme, con un dinamismo envidiable y que sabe lo que es tener iniciativa y trabajar de verdad. Es una persona que puede evocar un sentimiento de admiración con facilidad, pues es raro encontrarse a alguien de su edad que haya empezado en el mundo del emprendimiento desde los 19 años y con un espíritu luchador inmenso, pues como le oí decir una vez: “En la guerra sólo sobreviven los guerreros.”
Ambos me han hecho entender mejor el concepto de líder frente al de jefe, pues sólo hay que ver la voluntad que tienen para trabajar y ayudar a los suyos e incluso seguir haciéndolo en casa siempre que hiciera falta.
Además de mis tutores, toda la plantilla posee una gran profesionalidad y una capacidad enorme para generar buenos recuerdos. Me voy con una sonrisa recordando las imitaciones de Aarón, las increíbles ilustraciones de Ayda y nuestros encontronazos en la guagua por la mañana, lo capaz que es Bárbara para coordinarnos a todos con los clientes y hacer de madre a la vez, la explosividad de Mat, lo bien que Tania diseña y sabe tratar a las personas, las tardes en las que Héctor se ponía los cascos y cantaba reggaetón, los comentarios ingeniosos de Adri, lo animada que es Patri, el dúo de Brenda y Atteneri y el peligro que tenían para darle chispa a la oficina (sobre todo con los estornudos de Atteneri), a Sergio y el ruido de su teclado infernal antes de ir e pedirle dinero a Jordán, lo rápido que aprende Johny y lo buen compañero que ha sido en estos tres meses, lo capaz que es Anael para hacer su trabajo y ayudar siempre que se le necesite, de Dani su teclado ergonómico y su forma de trabajar y obviamente, no podía irme sin mencionar a Raúl, que aunque cada vez esté menos en el equipo, ha sido de las personas que más huella ha dejado aquí con su paciencia, su resolución y su compañerismo sin límites.
Por desgracia no pude conocerlos a todos tan bien como me gustaría, como fue el caso de Svenja, nuestra futura mamá, y de Amal, quien parece ser capaz de adaptarse muy bien a su nuevo puesto.
Y así acabaron mis prácticas, donde vi que la esencia que de verdad hace posible una empresa son las personas que luchan cada día por mantenerla en pie. Sé que mi estancia ha sido corta, pero espero que en estos tres meses haya conseguido dejar un cachito de mí en Coco con todos ustedes.
¡Muchas gracias equipo!"